Tu vida cambia radicalmente a mejor, cuando lo primero que haces al levantarte es dar las gracias. Gracias por estar viva, gracias porque tengo a mi familia junto a mi, gracias porque tengo todo un día por delante para dar lo mejor de mi misma, gracias porque me siento bien, gracias porque puedo disfrutar de una amanecer como este.
Cuando por un motivo u otro tienes que enfrentarte físicamente a todas las cosas materiales que te rodean, y no sólo a las que ves a simple vista sobre muebles o encimeras, sino a las que llenan cajones, armarios, altillos y trasteros, puede que te des cuenta de cuántas acumulas y guardas siendo completamente innecesarias.
Quien me iba a decir a mi, que me iba a enganchar al yoga… una vez hace más de 18 años fui a una clase mientras estudiaba en Inglaterra y pensé que ni una más, que aquello no era para mi, porque me dolían músculos de mi cuerpo que ni sabía que tenía. Con la operación de cadera ya descarté completamente esa opción como deporte hasta este verano (ya he contado la historia). Y poco a poco, escuchando y respetando mis propios límites, nos hemos hecho mejores amigos. Cada mañana, 25 min que me dejan como nueva, y últimamente tengo mono también por la tarde al volver de la oficina. En casa no me reconocen 😂. Yo tampoco. Pero me siento muy orgullosa de mi misma. Porque solo noto beneficios, al final todos esos yonkies del deporte van a tener razón: te enganchas.
