Aunque hace ya más de cuatro semanas que mis vacaciones de verano acabaron oficialmente, que los niños y El Santo hayan seguido disfrutando del verano hasta prácticamente la semana pasada me ha ayudado a “alargar” un poquito más esa sensación de disfrutar más de los días, de la familia, del sol…
Este año reconozco que por primera vez en mucho tiempo llegué a las vacaciones sin una necesidad extrema como en otras ocasiones. Me había incorporado al trabajo apenas seis meses antes y no me había dado tiempo a quemarme. Pero aún así, ¿a quien no le apetece pasar más tiempo con sus hijos, con su pareja, en familia?
Nuestra primera parada fue Marbella, lugar de veraneo de toda la vida de la familia del Santo. Días compartidos con mi suegra, cuñados, sobrinos y primos. Días de baños de mar más o menos placenteros dependiendo de la playa a la que decidiéramos ir, mucho sol, lectura, paseos por la orilla, por el paseo marítimo. Mañanas de mercadillo, tardes de compras para chicas, helados en Puerto Banús, y sobre todo nuestra pequeña escapada a Ronda.
Ver a La Heredera nadar como si lo hubiera hecho toda la vida, disfrutar de las tardes en calma, de los primos jugando sin parar.
Y tras el mar, llega la montaña. Nuestra querida Granja, donde reconozco que soy inmensamente feliz. Donde siempre me debato entre las ganas de hacer muchas cosas, y el no hacer nada mas que sentarme a leer mirando la montaña. Aperitivos con los amigos, laberintos de toallas infantiles, largos en la piscina, siestas al sol. Tardes de charleta, noches de chaqueta en la farola viendo cómo nuestros hijos hacen lo mismo que hicimos nosotros en su día. Cenas al fresco buscando el cobijo de una manta. Disfrutar de los primeros momentos de vida de mi nuevo sobrino y ahijado, de su olor a bebé, de sus manitas suaves que te agarran con fuerza. De ver a mis padres felices y a mi hermano convertido en padre.
La Granja te permite excursiones con la abuela, mi madre, que se conoce cada rincón de esas montañas, cada pino, cada curva del río Eresma, pozas, chorros, y miradores. Paseos por lugares en los Jardines donde nadie se aventura, a nuestro sitio secreto, o a ver a papá hacer la travesía del Mar cada verano. Ir a por el pan y comerte las pulguitas que regala el panadero, perder el tiempo entre los libros de Icaro, y picar siempre siempre con un cuento para los niños. La Granja te permite todo esto y mil cosas más.
Este año he sido afortunada, y mi verano no se acabó el 8 de agosto cuando me volví a sentar ante el ordenador de la oficina. Este año sigo aún viviendo el verano. Porque yo creo que ya no solo es cuestión de poder sino también de querer. Y aunque yo siempre he sido de otoño este año me he congraciado con el verano.
Sé que poco queda ya, que mañana vuelven los niños al cole, que volverán los atascos para salir y entrar a Madrid.Que volveremos a las carreras…a los deberes y a la rutina.
Este año, no he hecho propósitos formales de “vuelta al cole”, pero tengo un par de proyectos a corto plazo que me hacen mucha ilusión. Redistribuir y redecorar la casa para que todos estemos más cómodos, y una nueva escapada con el Santo. Y por supuesto, encontrar un huequito semanal para poder escribir y aparecer por aquí contándote mis novedades, pero eso…eso, lo dejo para otro post.
Un beso, y feliz vuelta.
Qué gusto da leerte
Me gustaMe gusta
No ha sido un verano cualquiera, ha sido TU verano con la familia y en tu refugio en La Granja. Preciosas fotos y preciosa tú.Ánimo con todas esas divagaciones que compartías en las rrss
Me gustaMe gusta
Me encanta que hayas vuelto a publicar… He extrañado tus entradas. Buen comienzo para tus hijos. Nosotros estamos entrando en la primavera y ya he comenzado a ansiar que lleguen las vacaciones!!
Me gustaMe gusta
Que sorpresa tan agradable, volver a leerte en la Merienda a las 5. Me encanta lo que cuentas y sobre todo como lo cuentas. AMC
Me gustaMe gusta
Que bien leerte de nuevo Esther!!
Me alegro de que hayas disfrutado del verano.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
Que alegria leerte de nuevo.
Impaciente de que nos vayas contando.
Me gustaMe gusta
Me alegro muchísimo de que hayas vuelto a publicar., Esther.
Hay veranos distintos., como el mío de este año. Hice mi viaje soñado a China y , horas antes de embarcar hacia España, me rompí la rótula…¡en la Ciudad Prohibida ! Yo, cuando hago algo, es por todo lo alto 🙂
Total, que mi “veraneo” se ha prolongado hasta octubre obligatoriamente. Aquí ando ( es un decir) con la pierna escayolada desde el empeine a la ingle en alto. Dependo totalmente de mi marido. Atiendo la farmacia por Skipe y Teamviewer, he buscado una farmacéutica que me sustituya, etc
Como desde un principio tenía claro que lamentarse no tenía sentido, me he impuesto ciertas rutinas: Asearme, escuchar Vaugham Radio para perfeccionar inglés, estudiar música para los próximos conciertos de mi coro, ver Canal Cocina, bucear en internet en búsqueda de blogs sobre optimización de tiempo, escribir un diario, intentar descifrar Evernote, leer.,. ¡ Y aprender papiroflexia !
Opino que tod@s debiéramos saber hacer “algo” creativo con las manos, algo sencillo. Y me arrepiento de no saber tejer, por ejemplo.
Lo positivo: Aprender a delegar, a dejarme cuidar. Constatar que no soy imprescindible. Dar gracias porque esto, si todo discurre normalmente, estará superado en unos meses, cuando termine la rehabilitación. Yo sigo con mi “diario de agradecimientos” y ningún día me falta material.
No sabes cuánto me he acordado de ti este verano y me alegro de tener nuevas noticias.
Un abrazo enorme
Me gustaMe gusta
Que alegría leerte.
Me han encantado las fotos y tú verano slow, tengo muchas ganas de verte.
Un besazo
Me gustaMe gusta
me encanta tu verano, las fotos y tu filosofia de disfrutar hasta el final! me alegra que estes de vuelta por el blog!
Me gustaMe gusta